miércoles, 2 de abril de 2014

Autor: Al-lamah Bāqir Sharif Qurashi
traducción: Yasin Zamora y Diana (Alyah) de Zamora
La tristeza por la pérdida de su padre afectó a Fátima (P) terriblemente y esto pavimentó el camino para que las enfermedades la atacaran y la debilitaran hasta mantenerla en cama. La muerte caminaba hacia ella rápidamente siendo aún muy joven.
Era tiempo para que se reuniera con su padre, quien la había abandonado y se había llevado consigo su cálido amor y bondad. Impacientemente esperaba el momento para reunirse con su amado y bondadoso padre, para quejarse ante él de lo que su gente le había hecho sufrir.
Cuando los signos de la partida aparecieron, Fátima (P) le dijo a su primo el Imam Ali (P) su última voluntad; le pidió que la enterrara bajo la oscuridad de la noche y que no permitiera que ninguno de aquellos que le habían hecho daño participaran en su funeral ya que ellos eran sus enemigos y los de su padre. Ella pidió que la dejarán en su tumba y dejaran esta sin ningún símbolo que permitiera identificarla, debido a su enojo con aquellas personas. Le pidió que se casara con Ummul Banin, quien criaría a sus hijos Al-Hasan (P), Al-Husain (P) y Zaynab de la mejor manera. El Imam Ali (P) le aseguró que cumpliría su voluntad.
Fátima (P) le pidió a Asma bint Umays, la preferida y la más amada por ella entre sus colaboradoras, que le hiciera un ataúd especial, que cubriera todo su cuerpo. En esa época los muertos eran transportados en una mesa, en la que el cuerpo quedaba expuesto. Fátima (P) no quería que la agente visualizara su cuerpo, por esto, Asma hizo el ataúd como uno que ella había visto en Abyssinia durante su exilio en  estas tierras. Cuando Fátima (P) vio el ataúd se sorprendió y sonrió, esta fue la primera sonrisa de Fátima (P) desde que su padre había dejado este mundo.[1]
El último día su vida de Fátima (P), recobró un poco de salud y estaba sorprendida, sabía que era su último día en este mundo y que pronto se reuniría con su padre; bañó a sus dos hijos, les hizo suficiente comida para este día y les pidió que fueran a visitar la tumba de su abuelo. Ella los miró con una mirada de despedida, mientras su corazón estaba colmado con la tristeza y el dolor.
Al-Hasan (P) y Al-Husain (P) salieron, mientras sentían que había algo inusual. Se preocuparon mucho por su madre, Fátima (P) le dijo a Asma bint Umays: “Oh madre”.
Asma respondió: “Oh si, la querida del Mensajero de Dios (P)”.
Fátima (P) le pidió a Asma, que le trajera algo de agua para bañarse. Y Asma lo hizo. Después del baño Fátima (P) le pidió que le trajera su ropa nueva. Y Asma lo hizo. Luego Fátima (P) le pidió que colocara su cama en la mitad de la casa (en el patio). Asma se empezó a preocupar. Estaba asustada ya que sentía que Fátima pronto iba a morir.
Fátima (P) tendió su cuerpo sobre la cama con su rostro hacia la quibla. Le dijo a Asma: “Oh Madre, voy a morir ahora”. Me he purificado y no dejes que nadie me destape. Empezó a recitar algunos versos del Sagrado Corán, hasta que suspiró por última vez y su alma ascendió hacia su Creador, rodeada por los ángeles para ser recibida por los profetas y a la cabeza de ellos estaba el maestro de toda la creación, su Padre, el Profeta Muhammad (PB). Ella murió en el periodo entre la oración del magrib (ocaso) y la del isha (noche).[2]
Su gran alma se fue hacia lo más alto del jardín y con la satisfacción divina; este mundo nunca tuvo ni tendrá alguna mujer entre las descendientes de Eva como ella en su santidad, honor y castidad.
Al-Hasan (P) y Al-Husain (P) regresaron rápidamente a casa para ver que le estaba ocurriendo a su madre, pero no la encontraron. Asma les dijo que su madre había muerto, ella les pidió que le dijeran a su padre; ambos corrieron hacia el cuerpo de su madre; Al-Hasan (P) se arrojó sobre ella: “Mama, háblame antes que mi alma deje mi cuerpo”; Al-Husain (P) también se arrojó sobre ella llorando y diciendo: “Mama, yo soy tu hijo Al-Husain (P), háblame antes que mi corazón se parta y luego perezca”.
Asma se llevó Al-Hasan (P) y Al-Husain (P) y empezó a besarlos y a consolarlos, y les pidió que salieran de la casa, temiendo por ellos y para que fueran y le dijeran a su padre que su madre había muerto. Ellos fueron a la mezquita mientras lloraban amargamente. Los musulmanes estaban aterrorizados y le preguntaron por qué estaban así y ellos respondieron que su madre Fátima (P) había muerto.
El Imam Ali (P) estaba confundido y trastornado, él dijo: “Oh hija de Muhammad, y quién me va a consolar ahora, siempre me consolaba contigo y quien me consolará después de que te hayas ido”.
Rápidamente regreso a su casa, miro el sagrado cuerpo de su esposa y recitó esta poesía:
“Toda reunión entre dos amigos, esta seguida por la separación y cualquier cosa más que la separación es poca, haber perdido a Fátima (P) después de Ahmad[3], es una prueba de que ningún amigo permanecerá por siempre”.
Los musulmanes de todas partes, se apresuraron a la casa del Imam Ali (P) y lloraron por la hija del Profeta (PB), a la que ellos habían herido y no le habían dado su derecho. Con su muerte, la última página de la profecía fue doblada. Con su muerte, los musulmanes recordaron la gloria y el honor que el Profeta (PB) había establecido para ello, la bondad y el amor que él les tenía. Medina se estremeció con los gritos y el llanto de hombres y mujeres, ellos esperaban el santo cuerpo para honrarlo y escoltarlo. El Imam Ali (P) encargó a Salman el persa para que dijera a la multitud, que el funeral se haría al día siguiente, la gente se fue de la casa. A’isha vino intentando ver el santo cuerpo, pero Asma se lo impido diciendo: “Ella (Fátima) me pidió que nadie la viera”.[4]
En la noche, el Imam Ali (P) con Al-Hasan (P), Al-Husain (P) y Asma, lavaron (ritualmente) el puro cuerpo de Fátima, luego lo amortajaron. El Imam Ali (P) les pidió a sus hijos que se despidieran de su madre y ambos se lanzaron sobre ella mientras lloraban amargamente. Después de una despedida, el Imam Ali (P) ató la mortaja.
En la última porción de la noche, el Imam Ali (P) rezó la oración para el muerto sobre el santo cuerpo y luego el instruyó a los hashemitas y a los compañeros cercanos del Profeta (PB) para que llevarán el sagrado cuerpo a su última morada. Él no le dijo a nadie excepto a su familia y los escogidos de entre sus compañeros. Situó a Fátima (P) en la tumba y arrojó tierra sobre ella. Después del funeral  se puso de pie junto a la tumba y dijo:
“Oh Mensajero de Dios, la paz sea contigo de mi parte y sobre tu hija quien ha ido a tu vecindad y quien estaba ansiosa por encontrarse contigo. Oh, Mensajero de Dios, mi paciencia después de tu escogida (hija) se ha agotado y mi resistencia se ha debilitado, excepto que tengo motivo de consuelo para enfrentar la gran dificultad y calamidad de tu separación. Te puse en tu tumba después de que tuviste el último suspiro mientras tu cabeza estaba entre mi pecho y mi cuello. De Dios venimos y Dios regresaremos.
Ahora lo confiado se había devuelto y lo que se había dado ha sido quitado. Mi tristeza será eterna y en mis noches permaneceré despierto hasta que Dios escoja para mí la casa en la cual ustedes residen ahora. Ciertamente tu hija te informará que tu nación se reunió para oprimirla. Tú le pedirás por los detalles y todas las noticias acerca de la situación, esto ocurrió cuando no había pasado mucho tiempo y tu recuerdo no se había disipado aún, la paz sea con ambos y los saludos de despedida no de una persona disgustada u odiosa; ya que si me alejo, no es por cansancio, y si me quedo no es porque he perdido mi creencia en lo que Dios ha prometido a los pacientes”.[5]
El agraviado Imam regresó a casa muy triste y angustiado. Sentía gran dolor y tristeza por el infortunio y la calamidad que la hija del Mensajero de Dios (PB) había sufrido. Sus hijos llenaron la casa con llanto por su amorosa madre, quien no vivió con ellos mucho tiempo y los dejó mientras aún eran muy jóvenes.
Los historiadores han discrepado acerca de la edad de Fátima, algunos dicen que ella vivió dieciocho[6] años, otros dicen que veinte[7], otros que veinticinco[8], otros dicen que veintisiete[9] y otros que vivió más que eso.
Fátima (P) murió mientras ella estaba empezando su juventud, después de sufrir diferentes desastres y dolor. La nación de su padre se había reunido para oprimirla. Ellos no se preocuparon por su santidad y la alta posición que ella tenía ante el Profeta (PB) siendo la más digna entre toda la nación.
Los historiadores también difieren en la fecha de su muerte, algunos dicen que ella vivió treinta o treinta cinco días después de la muerte de su padre[10], otros dicen que vivió cuarenta días[11], otros dicen setenta y cinco y otros noventa y cinco días[12] después de la muerte de su padre.[13]
No es tan importante definir la fecha exacta de la muerte de Fátima (P) lo que es importante es recordar las virtudes y los logros para así vivificar la creencia de Ahlul Bait (P) que Fátima había establecido con bases y argumentos.
El lugar de la tumba de Fátima (P) fue y es desconocido, porque ella le pidió al Imam Ali (P) que lo escondiera para que esto fuera una prueba de su enojo hacia algunas personas, que no escatimaron en esfuerzos para oprimirla, sin respetar la posición y cercanía que ella tenía con el Mensajero de Dios.
Sin embargo, se decía que ella había sido enterrada en el cementerio Al-Baqi’[14], y también que fue enterrada en su casa[15], y se dice que se enterró entre la tumba del Profeta (PB) y su mimbar. El Profeta (PB) había dicho en una de sus tradiciones, “Entre mi tumba y mi mimbar hay un jardín de entre los jardines del Paraíso”.[16]
De todos modos, las quejas se esparcieran por todas partes y la gente empezó a culparse unos a otros. Decían que el Profeta (PB) no había dejado más que una hija, que  murió y fue enterrada y que ninguno de ellos participó en su funeral y en su entierro. Los hombres de autoridad estaban enojados por esto y trataron de abrir las tumbas en las que ellos creían que Fátima (P) había sido enterrada para sacarla y hacer una oración para ella y escoltarla. Cuando el Imam Ali (P) supo esto fue y les amenazó con que no lo hicieran.[17]


[1] Al-Majalis as-Saniyya, Vol. 2, P. 137
[2] Wafat as-Siddeeqa (La muerte de la veraz) por Sayyid al-Muqarram,, P. 107.
[3] El otro nombre del profeta Muhammad (PB)
[4] Manaqib Aal Abi Talib, Vol. 3, P. 365
[5] Nahjol Balaghah, Vol. 2, P. 207-208
[6] Thakha’ir ul-Uqba, Vol. 1, P. 52
[7] Mustadrak al-Hakim, Vol. 3, P. 178, Taqreeb at-Tahtheeb, Vol. 1, P. 751
[8] Tareekh al-Khulafa, Vol. 1, P. 75
[9] Majma’ az-Zawa’id , Vol. 9, P. 210, al-Mu’jam al-Kabeer, Vol. 22, P. 329, Siyar A’lam an-Nubala’, Vol. 2, P. 128
[10] Tareekh al-Ya’qubi, Vol. 2, P. 115
[11] Manaqib Aal Abi Talib, Vol. 2, P. 116
[12] Manaqib Aal Abi Talib, Vol. 2, P. 116, Usool al-Kafi, Vol. 1, P. 458, Al-Imamah wa as-Siyasah, Vol. 1, P. 20
[13] Bihar al-Anwar, Vol. 43, P. 156
[14] Al-Bidayah wa an-Nihayah, Vol. 6, P. 334
[15] Tahtheeb al-Asma’ wal Lughaat, Vol. 2, P. 353
[16] Bihar al-Anwar, Vol. 43, P. 185
[17] Ibíd., P. 212

lunes, 31 de marzo de 2014

Ashura y la representación de la desmesura

Ángel Horacio Molina


En las líneas que siguen intentaremos una aproximación a la cobertura mediática que la conmemoración shií de Ashura recibe por parte de las cadenas europeo-norteamericanas. A partir de allí, procuraremos poner de manifiesto los estereotipos culturales con los que se pretende presentar a un Otro musulmán, señalando los presupuestos ideológicos que motivan dicha empresa.


Ashura y sus implicancias

            La muerte de Muhammad Ibn Abdullah[i] en el año 11 de la Hégira[ii] (632 D.C.), dejó a la joven comunidad musulmana dividida con respecto a la persona y a las funciones de quien debería ser reconocido como sucesor político y religioso del fallecido Profeta. No nos detendremos en las cuestiones relacionadas a la legitimidad de cada una de las partes en torno a las pretensiones sucesorias[iii], simplemente señalaremos esta crisis hacia el interior de la Ummah[iv] que nos permitirá comprender los trágicos acontecimientos de Ashura.
Mientras que los familiares y seguidores más próximos de Profeta sostenían que el mismo Muhammad en vida había señalado como su sucesor a ‘Ali Ibn Abi Talib (su primo y yerno), otros miembros de la Ummah afirmaban que este había fallecido sin estipular quién habría de colocarse a la cabeza de la comunidad. Mientras que para este último grupo la sucesión era sólo de índole política, para los primeros implicaba también la posesión de ciertas virtudes y cualidades piadosas que le permitían dirigir a los musulmanes tanto en el especto político como en el espiritual. Los partidarios de ‘Ali Ibn Abi Talib(los shiíes)[v] se vieron pronto superados por las acciones de sus adversarios quienes decidieron nombrar rápidamente a Abu Bakr como nueva cabeza de la Ummah. El grupo, que había conseguido hacerse con la dirección política de la comunidad, será luego conocido como sunníes[vi].
            ‘Ali deberá esperar veinticuatro años para poder acceder a la dirección de la comunidad, sólo para enfrentar las maniobras desestabilizadoras de sus adversarios, siendo finalmente asesinado en el año 40 de la Hégira (661 D. C. ) mientras lidiaba contra un fuerte levantamiento liderado desde Damasco. Una vez más los shiíes y la Familia del Profeta fueron no sólo marginados del poder sino, además, perseguidos y maltratados por los nuevos gobernantes de la dinastía Ummaya.
            Los hijos de ‘Ali y Fátima[vii], Hasan y Husain, denunciaron la usurpación del poder y las características opresivas del gobierno ummaya, adoptando distintas acciones para combatirlo. Husain, el menor de los hermanos y tercer Imam reconocidos por los shiíes[viii],  decide encabezar un levantamiento contra la autoridad del califa ummaya Yazid Ibn Muawiya Ibn Abi Sufian[ix], “del que las fuentes históricas  destacan su impiedad pública, y su afición a los banquetes y al vino”[x]. La disparidad de fuerzas estuvo clara desde un comienzo y los textos shiíes dan cuenta de la plena conciencia sobre el desenlace de los acontecimientos que tenía Husain, incluso el mismo Profeta Muhammad habría predicho el terrible destino de su nieto.
El día 10 de Muharram del año 61 del calendario islámico (680 de la era cristiana) en Karbala treinta mil hombres armados al servicio de los ummayas arremeten contra Husain, su familia y  setenta y dos compañeros[xi]. La sangre cubre el campamento del Imam quien es decapitado y cuyo cuerpo es objeto de las más terribles atrocidades.
            Las implicancias de la tragedia de Karbala serían enormes no sólo para el shiísmo sino también para la comunidad islámica en su conjunto. El nieto amado del Profeta había sido cruelmente asesinado por un gobernante que se decía también  musulmán. ‘Ali Shariatí[xii] reconoce en este gesto de Husain la continuación del comportamiento de Muhammad: la negativa del Tercer Imam a aceptar dócilmente al gobierno opresor es el eco de ese “no” del Profeta frente a la decadente y politeísta sociedad mequí.[xiii]  Cada diez de Muharram, en Ashura[xiv], se actualiza el recuerdo del martirio husainí, ya que, como afirma Yann Richard, “el corazón del shiísmo está ahí, en ese suplicio que es al mismo tiempo rebelión y signo de esperanza”[xv]. El shií vive, desde entonces, el duelo de aquella muerte.

“Llorar por Husain – dice un indio shií – es lo que determina el precio de nuestras vidas y de nuestro espíritu; si no fuera así, seríamos las más ingratas de las criaturas. En el paraíso todavía llevaremos el duelo por Husain. Es la condición de la existencia musulmana. El duelo por Husain es la verdadera marca del Islam. Es imposible para un shií no llorar. Su corazón es la verdadera tumba del jefe de los mártires decapitados”  [xvi]

El sexto Imam Ya’afar As Sadiq, descendiente de Husain, sostuvo en este sentido: “Todos los días son Ashura y todos los lugares son Karbala”.
            El amor que profesan los shiíes por el Tercer Imam y el intento de acompañar de alguna manera el sufrimiento padecido por Husain, ha generado una serie de expresiones populares de dolor entre las que se destacan, por la amplia cobertura mediática que reciben, las sangrientas escenas de autoflagelación de los manifestantes shiíes en Ashura.
            Los sabios shiíes han manifestado su enérgica condena a estas prácticas de automortificación recordando el sentido verdadero del recuerdo de Ashura. El Gran Ayatullah Jamenei, quien sucedió a Jomeini como Líder de la Revolución en Irán,  sostiene al respecto que:
“Cualquier práctica que cause lesiones  corporales, o que lleve a difamar la fe, es Haram[xvii]. En consecuencia, los creyentes tienen que mantenerse alejados de ellas. No hay duda que muchas de estas practicas deshonran la imagen de la Escuela de Pensamiento de Ahlul Bayt (P.B.)[xviii], lo que constituye el peor daño y pérdida” [xix]
En el mismo sentido el Gran Ayatullah Sistani, otro importantísimo sabio shií contemporáneo,  afirma:
“La filosofía del duelo durante ‘Ashura’ es respetar y recordar el sufrimiento del Imam Hussain (P.B.), sus compañeros, y su alzamiento en defensa del  Islam y para prevenir la destrucción de la religion a manos de la dinastía  Bani Umayyad. Estos ritos deben ser realizados de manera tal que, además de servir a este propósito, llame la atención de otros hacia estas elevadas metas. Entonces, aquellas acciones que son incomprensibles y  que generen provoquen malentendidos, deben ser evitadas.” [xx]
            Si bien las manifestaciones de dolor por la muerte de Husain se repiten año tras año a lo largo del mundo shií, sólo en espacios muy limitados del mismo se registran sangrientas escenas de autoflagelación,  y estas parecen estar directamente relacionadas al grado de formación de las masas shiíes. Así, cuando el gobierno indio decidió prohibir en 1977 las manifestaciones de Ashura por la virulencia de las mismas, el Imam Jomeini, desde Francia, sostuvo que “estas algaradas sangrientas cesarían el día en que los musulmanes indios estuvieran más instruidos”[xxi].

Representación mediática del Otro musulmán

            Aunque los sabios vivos a seguir, de acuerdo al shiísmo, rechacen las acciones de automortificación, calificándolas incluso de Haram, y a pesar de que estas manifestaciones populares sanguinolentas se limitan a ciertas regiones de Asia central y al subcontinente indio, el sentimiento shií en cada nuevo aniversario de la masacre de Karbala es representado, en los medios occidentales[xxii], sólo a partir del espectáculo de autoflagelación colectiva. Este hecho no es casual y responde a determinados factores relacionados con la construcción del discurso que es menester analizar.
            Como Laura Navarro sostiene, siguiendo los lineamientos teóricos gramscianos, las instituciones que configuran la opinión pública forman parte de “los aparatos de hegemonía (…) que permiten dirigir intelectual, moral y políticamente a una sociedad, sin necesidad de recurrir a la violencia física para obtener el consenso de la mayoría”[xxiii]. Los medios de comunicación se revelan como uno de los pilares imprescindibles a la hora de construir, fortalecer y mantener los lineamientos  fundamentales del discurso hegemónico, ocultando los intereses políticos y económicos a los que responde.

“Los  medios ocupan así una posición destacada en el ámbito de las relaciones sociales, visto que es en el dominio de la comunicación donde se fijan los contornos ideológicos de orden hegemónico y se procura reducir al mínimo indispensable el espacio de la circulación de ideas alternativas y contestatarias”[xxiv]

            La conformación de un Otro musulmán en los medios masivos de comunicación no escapa a esta lógica. El exceso y la desmesura son las características constantes en las representaciones mediáticas occidentales del acontecer político y religioso de los pueblos musulmanes, y este desequilibrio pretende confirmar la irracionalidad intrínseca de un Islam con el que inevitablemente Occidente deberá enfrentarse.

“Las palabras “árabes”, “musulmán”, “Oriente se han hecho corresponder, poco a poco, con un vasto campo de significados, asociaciones y connotaciones que no se refieren necesariamente a un grupo social o a una región geográfica “real”, sino más bien a un campo semántico que rodea la palabra (…) A través de la divulgación mediática y normalización social de estas “palabras – cárceles”, se ha constituido todo un entramado cultural en el que los juicios y prejuicios se han hecho realidad y conocimiento para muchos”.[xxv]

            Desde el triunfo de la Revolución Islámica en Irán en 1979 (y  el impacto que la misma supuso para los intereses norteamericanos en la zona), el shiísmo ha sido objeto de las más ofensivas caricaturizaciones por parte de la prensa. Si el proceso iniciado por Jomeini era la muestra más clara de la “irracionalidad” y el “exceso” islámico shií en el ámbito de lo político, expresiones populares, como la de Ashura, eran las manifestaciones de estas características en el plano religioso. De allí la necesidad mediática de dar cuenta de la conmemoración de la Masacre de Karbala, haciendo hincapié en un abanico de imágenes sangrientas en las que se encuentran algunas constantes. Como señala Navarro, las mismas muestran siempre a un conjunto de personas sin ninguna individualidad que, agrupados, exhiben “gestos irracionales de dolor, de tristeza y/o cólera”[xxvi]. La sangre, producto de la autoflagelación, es la protagonista por excelencia de las imágenes que se distribuyen con relación a Ashura, procurando con ella sensibilizar al espectador. “Los medios – sostiene en este sentido Denis de Moraes - (…) vierten emociones que suscitan identificaciones sociales y psíquicas (…) dirigiendo puntos de vista”[xxvii]
            Debemos señalar, en este punto, que en expresiones religiosas populares de otras tradiciones religiosas, en las que también están presentes escenas de autoflagelación, encontramos un tratamiento mediático absolutamente distinto al descrito con relación a Ashura.  Mencionaremos, a modo de ejemplo, a los Picaos de San Vicente de la Sonsierra (en La Rioja) y a los Empalados (de Cáceres), ambos en España. Durante el jueves y viernes de la Semana Santa católica salen los picaos

“…azotando sus espaldas con unos manojos  de cordeles. Reciben su nombre del hecho de ser ‘picados’ sus hematomas y ampollas para que pueda ser evacuada la sangre embolsada por el efecto de los golpes. Esto se lleva a cabo por el prior de la cofradía de la Santa Vera Cruz, quien hace doce ‘picaduras’- en memoria de los apóstoles – con una bola de cera en la que se hallan clavadas seis puntas de vidrio.”[xxviii]

Por su parte, en las primeras horas del Viernes Santo, en Valverde de la Vera (Cáceres) los empalados recorren las calles
“ Vestidos tan sólo con unas enaguas blancas, los pies desnudos y cubierta la cabeza con un velo, los penitentes enrollan una larga soga alrededor de su tórax; los brazos, en cruz, son igualmente arrollados en torno a un timón de arado, que presiona las vértebras del cuello. Cuelgan de los brazos unas ‘vilortas’ – anillas de hierro – engarzándose en el centro del travesaño, tras la cabeza del penitente, dos espadas cruzadas. Al término de la penitencia, los brazos, totalmente entumecidos, deben mantenerse en lo alto mientras se les dan friegas con alcohol, aunque deben pasar bastantes horas antes de que el cuerpo recobre su total oxigenación.”[xxix]

            A pesar de la crudeza de estas expresiones, las mismas, lejos de ser presentadas como muestras de salvajismo, exceso e irracionalidad, son orgullosamente expuestas al mundo como festividades religiosas turísticamente convocantes e íntimamente ligadas  a la identidad de los respectivos pueblos. [xxx]

Palabras finales
            Hemos intentado, en las líneas precedentes, poner de manifiesto las intencionalidades políticas que orientan la construcción del discurso mediático con relación al mundo musulmán, en general, y a la conmemoración de Ashura, en particular.  Coincidimos con Denis de Moraes cuando afirma que:

 “el control de la información se sitúa en el vértice de estructuras de dominación que someten discrepancias políticas y diferencias culturales a las razones de mercado y a las imposiciones geopolíticas[xxxi].

Procurando caracterizar, desde el discurso hegemónico, a un Otro político-religioso violento y peligroso, Ashura es presentada como una manifestación sangrienta y cruel, producto de una religión y unos pueblos esencialmente irracionales, y en consecuencia inferiores. Se fortalecen, así, los clásicos estereotipos orientalistas que hacen del Islam el espacio del exceso y la desmesura, lugar del desequilibrio y la amenaza.  Esta lógica empobrecida no puede ser funcional más que a los agoreros del enfrentamiento inevitable entre culturas, civilizaciones o religiones. Por lo tanto, echar luz sobre los mecanismos de dominación en el ámbito de la comunicación implica también  deslegitimar la base misma del discurso del miedo y el rechazo. 

Bibliografía
- DE MORAES, D. Cultura mediática y poder mundial. Grupo Editor Norma, Bogotá, 2005.
- EL KHOURY, F. Las revoluciones shiíes en el Islam. Fundación Argentino Árabe, Buenos Aires, 1983.
- JALALI, A. The Massacre of Karbala. The Open School, Chicago, 1994.
- NAVARRO, L. Contra el Islam. Ed. Almuzara, España, 2008.
- RICHARD, Y. El Islam Shií. Ediciones Bellaterra, Barcelona, 2000.
- RODRIGUEZ MATEOS, J. “Tiempo de penitencia, tiempo para la sangre” en La Aventura de la Historia,  Nº 6, Madrid, abril 1999.
- SHARIATÏ, A. Shiísmo rojo. Editorial Sohof, Teherán, 1991
- VITTOR, L. A. “El Islam Shi’ita: ¿ortodoxia o heterodoxia?” en EPIMELIA Revista de Estudios Sobre la Tr


[i] Hemos decidido respetar el nombre del Profeta de Islam y no sustituirlo por el comúnmente utilizado Mahoma.
[ii] Según el calendario islámico
[iii] Remitimos al lector al trabajo del investigador argentino Luís Alberto Vittor, “El Islam Shi’ita: ¿ortodoxia o heterodoxia?” en EPIMELIA Revista de Estudios Sobre la Tradición, Año III, Nº 5 y 6, Buenos Aires, 1994.
[iv] Comunidad islámica.
[v] Shiah significa, en árabe, partidarios o seguidores, en este caso de ‘Ali Ibn Abi Talib.
[vi] Éste término será adoptado en referencia a la Sunna (dichos y acciones del Profeta) para legitimar el accionar de este grupo.
[vii] Hija del Profeta Muhammad con Jadiya.
[viii] Luego de ‘Ali y Hasan, Husain es reconocido como el tercer Imam shií. El Imam es no solamente el guía político sino también espiritual de la comunidad.
[ix] Nótese que Yazid era hijo de Muawiya (quien se enfrentó a ‘Ali) y nieto de Abu Sufian (uno de los más encarnizados enemigos del Profeta Muhammad).
[x] RICHARD, Y. El Islam Shií. Ediciones Bellaterra, Barcelona, 2000. Página 45.
[xi] Cfr. JALALI, A. The Massacre of Karbala. The Open School, Chicago, 1994.
[xii] Intelectual y militante iraní asesinado en 1977 por la policía secreta del Shah.
[xiii] Cfr. SHARIATÏ, A. Shiísmo rojo. Editorial Sohof, Teherán, 1991.
[xiv] Ashura significa décimo en árabe, en referencia al día 10 de Muharram, primer mes del calendario islámico.
[xv] RICHARD, Y. Op. Cit. Página 46.
[xvi] GOLDZIHER, I. Le dogme et la loi de l’Islam. Citado por EL KHOURY, F. en Las revoluciones shiíes en el Islam. Fundación Argentino Árabe, Buenos Aires, 1983. Página 9
[xvii] Haram: acto ilícito.
[xviii] Ahlul Bait: Gente de la Casa, en referencia a Fátima, ‘Ali, Hasan y Husain  (y por extensión a los Imames de esta línea)
[xix] Any practice that causes bodily harm, or leads to defaming the faith, is Haram. Accordingly, the believers have to steer clear of it. There is no doubt that many of these practices besmirch the image of Ahlul Bayt's (a.s.) School of Thought which is the worst damage and loss.” Consulta realizada al Ayatullah Jamenei y publicada en www.ezsoftech.com/mazloom/zanjeer.asp
[xx] “The philosophy of mourning during 'Ashura', is to respect the symbols of religion and remember the suffering of Imam Hussain (as), his companions, and his uprising to defend Islam and prevent the destruction of the religion by Bani Umayyad dynasty. These rites must be done in such a way that in addition to serving that purpose, it draws the attention of others to these lofty goals. So those actions which are not understandable and causes misunderstanding and contempt for the religion must be avoided.” Consulta realizada al Ayatullah Sistani y publicada en www.ezsoftech.com/mazloom/zanjeer.asp

[xxi] RICHARD, Y. Op. Cit. Página 181.
[xxii] Utilizaré “Occidente” y “occidental” para referirme a Europa y los Estados Unidos.
[xxiii] NAVARRO, L. Contra el Islam. Ed. Almuzara, España, 2008. Página 45.
[xxiv] DE MORAES, D. Cultura mediática y poder mundial. Grupo Editor Norma, Bogotá, 2005. Página 50.
[xxv] NAVARRO, L. Op. Cit. Página 236.
[xxvi] NAVARRO, L. Op. Cit. Página 234.
[xxvii] DE MORAES, D. Op. Cit. Página 52.
[xxviii] RODRIGUEZ MATEOS, J. “Tiempo de penitencia, tiempo para la sangre” en La Aventura de la Historia,  Nº 6, Madrid, abril 1999. Página 95.
[xxix] Ibid. Página 95.
[xxx] Véase el sitio del Ayuntamiento de San Vicente de la Sonsierra: www.sanvicentedelasonsierra.org/Los-Picaos.1392.0.html y el sitio sobre turismo cultural en Cáceres: www.turismoruralcaceres.com/valverdedelavera.html
[xxxi] DE MORAES, D. Op. Cit. Página 54.